Fragmento de Tito Livio, Historia de Roma desde su fundación. Libros I , Capítulos 4-6.

[1,4] Sin embargo, los hados habían, creo, ya decretado el origen de esta gran ciudad [Roma] y de la fundación del más poderoso imperio bajo el cielo. La vestal [Rhea] fue violada por la fuerza y dio a luz gemelos [Rómulo y Remo]. Declaró a Marte como su padre, ya sea porque realmente lo creía, o porque la falta pudiera parecer menos grave si una deidad fue la causa de la misma. Pero ni los dioses ni los hombres la protegieron a ella o sus niños de la crueldad del rey [Amulio]; la sacerdotisa fue enviada a prisión y se ordenó que los niños fuesen arrojados al río. Por un enviado del cielo, ocurrió que el Tíber desbordó sus orillas, y las franjas de agua estancada impidieron que se aproximaran al curso principal. Los que estaban llevando a los niños esperaban que esta agua estancada fuera

Tito Livio

suficiente para ahogarlos, por lo que con la impresión de estar llevando a cabo las órdenes del rey, expusieron los niños en el punto más cercano de la inundación, donde ahora se halla la higuera Ruminal (se dice que había sido anteriormente llamada Romular). El lugar era entonces un páramo salvaje. La tradición continúa diciendo que, después que la cuna flotante, en la que los niños habían sido abandonados, hubiera sido dejada en tierra firme por las aguas que se retiraban, una loba sedienta de las colinas circundantes, atraída por el llanto de los niños, se acercó a ellos, les dio a chupar sus tetas y fue tan amable con ellos que el mayoral del rey la encontró lamiendo a los niños con su lengua. Según la historia, su nombre era Fáustulo. Se llevó a los niños a su choza y los dio a su esposa Larentia para que los criara. Algunos autores piensan que a Larentia, por su vida impura, se le había puesto el apodo de “Loba”, entre los pastores, y que este fue el origen de la historia maravillosa. Tan pronto como los niños, así nacidos y criados, llegaron a ser hombres jóvenes que no descuidaban sus deberes pastoriles, pero su auténtico placer era recorrer los bosques en expediciones de caza. Como su fuerza y valor se fueron así desarrollando, solían no sólo acechar a los feroces animales de presa, sino que incluso atacaban a los bandidos cuando cargaban con el botín. Distribuían lo que llevaron entre los pastores con quienes, rodeados de un grupo cada vez mayor de jóvenes, se asociaron tanto en sus empresas serias como en sus deportes y pasatiempos.

[1,5] Se dice que la fiesta de la Lupercalia, que se sigue observando, ya se celebraba en aquellos días en la colina del Palatino. Este cerro se llamó originalmente Pallantium de una ciudad del mismo nombre, en Arcadia; el nombre fue cambiado posteriormente a Palatium. Evandro, un arcadio, había poseído aquel territorio muchos años antes, y había introducido un festival anual de Arcadia en el que los jóvenes corrían desnudos por deporte y desenfreno, en honor de Pan Liceo, a quien los romanos más tarde llamaron Inuus. La existencia de este festival fue ampliamente reconocida, y fue mientras los dos hermanos se participaban en él cuando los bandidos, enfurecidos por la pérdida de su botín, los emboscaron. Rómulo se defendió con éxito, pero Remo fue hecho prisionero y llevado ante Amulio, sus captores lo acusaron descaradamente de sus propios crímenes. La acusación principal contra ellos fue la de invadir las tierras de Numitor con un cuerpo de jóvenes que habían reunido, y llevarlos a saquear como en la guerra regular. Remo, en consecuencia, fue entregado a Numitor para que lo castigara. Fáustulo había sospechado desde el principio que los que había criado eran de descendencia real, porque era consciente de que los niños habían sido expuestos por orden del rey y el tiempo en que los había tomado correspondía exactamente con el de su exposición. Había, sin embargo, rechazado divulgar el asunto antes de tiempo, hasta que se produjera una oportunidad adecuada o la necesidad exigiera su divulgación. La necesidad se produjo antes. Alarmado por la seguridad de Remo, reveló el estado del caso a Rómulo. Sucedió además que Numitor, que tenía a Remo bajo su custodia, al enterarse de que él y su hermano eran gemelos y al comparar su edad y el carácter y porte tan diferentes a los de una condición servil, comenzó a recordar la memoria de sus nietos, y otras investigaciones lo llevaron a la misma conclusión que Fáustulo, nada más faltaba para el reconocimiento de Remo. Así el rey Amulio estaba acechado por todos los lados de propósitos hostiles. Rómulo rechazó un ataque directo con su cuerpo de pastores, porque no era rival para el rey en lucha abierta. Les instruyó para acercarse al palacio por diferentes vías y encontrarse allí en un momento dado, mientras que desde la casa de Numitor, Remo les ayudaba con una segunda banda que había reunido. El ataque tuvo éxito y el rey fue asesinado.

Las Siete Colinas

[1,6] En el comienzo de la contienda, Numitor gritó que un enemigo había entrado en la ciudad y estaba atacando el palacio, para distraer a la soldadesca Albana a la ciudadela, para defenderles [a los atacantes]. Cuando vio a los jóvenes que venían a felicitarle después del asesinato, convocó un consejo de su pueblo y explicó la infame conducta de su hermano hacia él, la historia de sus nietos, sus padres y su crianza y cómo él los reconoció. Luego procedió a informarles de la muerte del tirano y su responsabilidad en ella. Los jóvenes marcharon en formación por mitad de la asamblea y saludaron a su abuelo como rey; su acción fue aprobada por toda la población, que con una sola voz ratificaron el título y la soberanía del rey. Después de que el gobierno de Alba fuera así transferido a Numitor, Rómulo y Remo fueron poseídos del deseo de construir una ciudad en el lugar donde habían sido abandonados. A la población sobrante de los Albanos y los pueblos latinos se unieron los pastores. Fue natural esperar que con todos ellos, Alba y Lavinio serían más pequeñas en comparación con la ciudad que se iba a fundar. Aguijoneaba este deseo la ambición de poder, mal hereditario en ellos, y una odiosa lucha terminó el debate que había iniciado tranquilo. Como eran gemelos y ninguno podía pretender tener prioridad basada en la edad, decidieron consultar a las deidades tutelares del lugar para que por medio de un augurio decidieran quién daría su nombre a la nueva ciudad y quién habría de regirla después de haber sido fundada. Rómulo, en consecuencia, seleccionó el Palatino como su lugar de observación, Remo el Aventino.

Comentario:

Tito Livio es un  literato que escribe sobre la historia de Roma. La voluntad ecuménica se manifiesta en su voluntad de iniciar un relato  in illo tempore,  desde el inicio de los tiempos. La plasticidad de ese locus hipotético es enorme. Por eso, la afirmación de que el poder de Roma estaba determinado por los “hados”, sea ello un recurso literario o una afirmación sincera, no debe sorprender al lector. En Tito Livio los elementos no históricos o míticos, seguían siendo un componente interpretativo legítimo.

Ello no impide, sin embargo, que adopte una posición crítica ante el asunto del relato de los gemelos Rómulo y Remo y la versión de que fueron amamantados por una loba salvaje o, incluso, respecto al hecho mágico de que fuesen producto de la relación entre el dios Marte y Rhea, la vestal. Aunque no niega enfáticamente aquellos asertos que fundamentaban la sacralidad de los personajes y, por tanto, de la fundación de n -Roma, acepta la posibilidad del engaño de Rhea respecto a su embarazo  y de que la aludida “loba” no fuese más que una mujer de carne y hueso con un pasado oscuro llamada Larentia. El racionalismo crítico, derivado de algún testimonio, se impuso en el escritor. Después de todo, el cuestionamiento de aquellas versiones no le restaba ninguna gloria a la obra de los gemelos. La ciudad tuvo un origen mágico y misterioso y con eso era suficiente para el autor.

Lo más interesante, desde mi punto de vista, es el entramado de conspiraciones que antecede a la fundación de la ciudad en las colinas. Dos chicos de la nobleza criados entre pastores, entre lo más puro de la latinidad esencial que Tito Livio mira con nostalgia, víctimas de una emboscada por parte de ladrones durante la fiesta de la Lupercalia, se reinsertan en la vida de la ciudad y llegan al poder. Confrontan a la autor de su desgracia, Amulio y lo asesinan, con el apoyo de Numitor. El origen sobrenatural es realmente un accesorio: la riqueza de la conjura y su resolución, era suficiente para mantener el interés del lector en los gemelos.

La Roma dual, entre el Aventino de Remo y el Pallatino de Rómulo, dispara la historia que conducirá  a la República que Tito Livio ve disolverse al final de su vida. El recuerdo de la leyenda con un dejo de nostalgia se traduce en un clamor por el retorno de los valores tradicionales. Tito Livio relata la epopeya de Roma con los recursos propios de una persona educada y tradicionalista que mira con respeto las virtudes del pasado. El idealismo del historiador se comprende en el marco de que es una persona que se mueve entre los círculos de poder.

  • Mario R. Cancel Sepúlveda
  • Catedrático de Historia y Escritor
  • Mario R. Cancel-Sepúlveda
  • Historiador y escritor

El problema mayor es establecer donde se encuentra  la frontera entre lo profano y lo sagrado en estos textos. Si la historia es la inteligencia de Dios, según sugiere Neher, los actos humanos son expresión de lo sagrado siempre. Esa fue la  postura que adoptaron los Providencialistas Cristianos desde San Agustín. Esa concepción legitima todo lo que pasa en la historia como algo necesario, por lo que debe ser aceptado y comprendido sin resistencia.

Los historiadores judíos aceptaron aquella estructura mítica como una verdad palpable e incuestionable. Su concepción de Dios, llámese Yahvé o Elohim, justificaba a demás  la centralidad de lo hebreo ante el resto del mundo. Se trata de una visión etnocéntrica extrema: el mundo hebreo y el no hebreo, se explica a través de lo hebreo y de su Dios. Aquella  actitud  fundamentalista, sería compartida por el Cristianismo hasta fines del siglo 20. Para los historiadores profanos judíos  la historia política, en particular su sujeción a otros poderes, se explicaría como la voluntad de Dios. El dominio egipcio, el asirio-babilónico, el romano, serían interpretadas  pruebas morales de cara al Fin de los Tiempos y de la Historia. Aquel escenario tenía que ser esperado con gozo porque significaba la reconciliación con Dios y, por lo tanto, la recuperación de la Caída. Lo que el historiador profano hebreo, encaja los hechos materiales en el esquema sagrado. El presente se comprende en relación con el pasado mítico y el futuro escatológico.

Reino de Israel y Judá

La escritura hebrea profana

En general, lo que se escribe es historia contemporánea, elemento en el cual aquella historiografía converge con la helénica. Dos buenos modelos para apropiar el discurso dominante son los libros Reyes I y II y de las llamadas  Crónicas I y II. En Reyes I y II, el  tema central es la historia de la monarquía significada en las figuras carismáticas de  David y Salomón. La preferencia ética por el Rey David es notoria y comprensible. Salomón es colocado en un segundo plano por su tolerancia a la idolatría y su gusto por la sensualidad y las mujeres. El relato termina con la división del Reino  en el 930 AC en Judá al sur e Israel al norte.

La discursividad de la historia profana recuerda constantemente la necesidad de obedecer a Dios. De paso reconoce el papel del Profeta como líder moral en el proceso de afirmar ese principio de sumisión. En el caso de estos textos se trata de la figura de Elías. En gran medida, se elabora  escritura histórica como una fuente de lecciones morales, apropiadas para el buen gobierno, gesto que reiterarán y la Historiografía Humanista del siglo 16, y la Historiografía Romántica y Nacionalista del siglo 19. El profeta y el líder cívico poseen características comunes

En Crónicas I y II se vuelve sobre los reinos de David y Salomón y se vuelve a validad a David, otra vez, sobre Salomón en el asunto de la fundación del Templo de Jerusalén. El texto destaca de nuevo el papel de los profetas como líderes, en este caso, Josafat, Ezequías y Josías. Crónicas puede leerse como un tipo de escritura revisionista. Amplía ciertas discusiones, reevalúa otras y suprime temas presentes en  Reyes I y II.

Apuntes de metodología hebrea

Uno de los elementos más perdurables de la metodología de los historiadores profanos judíos es el recurso de la Genealogía. Crónicas I la comienza con Adán en los tiempos de la creación hasta su presente. El propósito de ello era afirmar la sacralidad del relato de lo profano y ratificar su origen divino. La genealogía era igual de relevante para la definición del héroe en el mundo helénico y el latino.

Esa centralidad de las figuras de poder o proceras en el relato, deja en manos del lector una historia pensada “desde arriba”. Los personajes centrales del engranaje histórico son David, Salomón, reyes; Elías, Josafat, Ezequías y Josías, los profetas. Esto personajes son figuras sociales que se imaginan más cerca de Dios. De hecho, el rey lo representa, y el profeta lo interpreta y traduce. La gente común tiene una presencia muy vaga y el relato siempre se ocupa de ratificar su sumisión a aquellos. Estos textos destacan el papel determinante del individuo excepcional en la historia. Lo que tenemos ante los ojos es una historia sobre las instituciones de poder y sus figuras emblemáticas que, sin embargo, poseen gran calidad narrativa, una excelente penetración psicológica y un gran dramatismo.

El otro elemento relevante de esta escritura, es el uso de fuentes escritas citándolas por su nombre. Las referencias a la Torah o el Pentateuco, y los Nebi’im o los  “Profetas Anteriores” es visible. A lo que se apela es a la autoridad del precedente, conocimiento que legitima lo que se plantea. La cita autoritaria da, además, continuidad al saber y lo conecta con una  tradición venerable.

Conclusión parcial

Las narrativas sagradas hebreas conviven con las narrativas profanas y, de hecho, se insertan en ellas de modo que lo sagrado estructura lo profano y le da sentido moral y social. El discurso mítico e historiográfico del Medio Oriente, en especial el judío, fue crucial para la Historiografía Occidental. Por medio de la tradición judía, occidente recoge aspectos particulares de la mirada  sumero-babilónica y la  egipcia. Con  posterioridad, el cristianismo actuará como un filtro para aquellas fuentes y las depurará y legitimará de una manera original.

  • Mario R. Cancel-Sepúlveda
  • Historiador y escritor

Uno de los componentes fundamentales de la percepción occidental de la historia es la tradición judía o hebrea. De hecho, numerosos especialistas reconocen en esa tradición interpretativa la fuente última de las filosofías especulativas  de la historia. Los historiadores están de acuerdo en que el pueblo judío aparece en la historia hacia el 2000 AC. Se trata de una comunidad vinculada a los amorreos. Los amorreos o amarru,  eran  tribus nómadas belicosas, de origen semita que llegaron a convertirse en una amenaza para Mesopotamia e incluso tomaron la ciudad de Babilonia en varias ocasiones.

Hacia el 1260 AC, según la tradición, los judíos o hebreos se encontraban en Egipto como un pueblo libre. Es importante recalcar que Moisés, la figura más significativa de las tribus, es un nombre de origen egipcio. Por aquel entonces, el Canaán se convirtió en su centro vital de mayor relevancia. Hacia el 1050 AC eran una monarquía encabezada por el shofet o juez Samuel. No cabe duda de que el pensamiento hebreo o judío ancestral, fue influenciado por las tradiciones de las culturas con las que convivieron: los egipcios y los mesopotámicos. En gran medida, su tradición mítica fue una re-escritura o una reinvención de la de aquellos pueblos.

Los textos  sagrados de los judíos incluyen, según los historiadores Mircea Eliade y Joan Couliano, tres conjuntos precisos. Primero, se encuentra la Torah o el Pentateuco,  libros que dejan al lector  una versión confusa de dios, quien en ciertas ocasiones se identifica con el nombre YHWH como una figura singular; y en otras se proyecta como una figura  plural cuando aparece ligado al nombre ELOHIM. Todo parece indicar que la tradición Yahvista, que corresponde al 900 AC, es más antigua que la Elohista, que algunos trazan hacía el 700 AC. El debate sobre la dialéctica entre el monoteísmo Yahvista y el politeísmo Elohista en el judaísmo antiguo sigue, sin embargo, abierto.

El segundo conjunto es el que se conoce como los Nebi’im o los  Profetas. Estas voces se agrupan acorde con un orden temporal en los “anteriores”,  que incluyen los sucesores de Moisés; y los “posteriores”, que incluyen a los oráculos y las visiones, y los doce intérpretes menores. El tercer conjunto son los Ketubim o escritos, de peculiar relevancia para la interpretación de la escritura historiográfica  judía. En este amplio y diverso grupo se incluyen una serie de himnos, escritos de diversas épocas y las Crónicas, entre otros.

La literatura judía tradicional puede consultarse en otras colecciones que de inmediato señalo. La Misná, que es un archivo de contenido legal terminado más o menos hacia el  200 DC. Y, claro está, el Talmud de Jerusalén que es el más antiguo y  abreviado correspondiente al  400 DC, y el Talmud de Babilonia que se terminó más o menos hacia el 500 DC. Para los propósitos de esta reflexión historiográfica, la parte que me interesa es la primera: los textos sagrados judíos.

Los textos sagrados judíos y la historiografía occidental

El impacto de estos textos sagrados  judíos en la historiografía y en en la filosofía especulativa de la historia en occidente se ha asegurado a través de la Biblia. La Septuaginta, versión helénica  que corresponde al 150 AC,  contenía además de los libros que hoy la componen, otros materiales considerado luego apócrifos y, por lo tanto,  inaceptables para el canon y purgados. La Septuaginta era un Antiguo Testamento más rico que el que se conoce hoy. Lo más interesante, sin embargo, es el hecho de que occidente recibió la tradición judía a través del filtro helénico, asunto ampliamente comentado en varios ensayos por el historiador italiano Arnaldo Momigliano en un conocido volumen sobre historiografía antigua y medieval.

Una de las fuentes interpretativas más influyentes en la especulación historiográfica y la filosofía especulativa de la historia en occidente fue, sin lugar a dudas, el Génesis o Bereshit, un texto que se puede ubicar históricamente hacia el 900 AC. Para la filosofía especulativa de la historia dominante en occidente hasta la Ilustración resultó paradigmático. El primer elemento notable es el hecho de que el texto explica el origen de todo como producto de la divinidad. La condición de ese Dios, sin embargo, es distinta a la que se adjudica a las deidades egipcias o mesopotámicas y, en gran medida, toma distancia de ellas de una manera intencional. Dios aparece ocasionalmente como una fuerza singular, solitaria y todopoderosa que se instituye en causa última de todo: YHWH. Esa condición contrasta con el carácter plural y la autonomía relativa de las deidades mesopotámicas y egipcias. El Dios de los judíos, es uno: la pluralidad de ELHOIM a la que aludí antes, ya no está manifiesta en Génesis I.

La Creación de Adán

El contraste entre el monoteísmo y el politeísmo no es lo único que llama la atención.  Los rasgos que distinguen al Dios de los judíos en el 900 AC, lo transforman en un signo peculiar: Dios es un ser eterno, siempre estuvo allí,  como el caos líquido original en las mitologías mesopotámicas precedentes. Su condición de uno y creador, lo hace responsable de todo lo creado por lo que su relación con la humanidad, cuando la crea (Gen. I, 26), es la de padre y protector. La lógica es que como padre y protector, exigirá sumisión total a su voluntad, rasgo que lo instituye en estructura del acontecer.

El escenario de la creación es interesante. Dios, sea Yahvé o Jehová flota sobre el éter, espacio que aparece como un mar profundo rodeado de oscuridad. El texto poético sugiere que él mismo representa la luz y, en consecuencia, eso es lo primero que crea. En Gen. I,2 dice: “…el espíritu de Dios se movía sobre las aguas”, y en Gen. I, 3: “Dios dijo: “¡Que haya luz!”. El gesto, labor o mecanismo de la creación es la palabra. El poder de la palabra como en el caso de Ptah,  y la presencia del líquido original como en el mito mesopotámico de Apsu Ti’Amat, se expresan con diafanidad. Lo que presencia el lector es una retórica nueva que juega con elementos comunes heredados de míticas diversas.

El acto de la creación es crucial. La palabra genera, nombrándolos, los cuatro elementos básicos: aire, agua, tierra, luego fuego. Se trata de la creación del espacio, de la naturaleza. A la invención sigue la observación, la evaluación y la conclusión: una vez este Dios  se convence de que todo está bien, lo perpetúa. El proceso es el mismo que utilizaría un constructor o un alquimista. La polisemia de este Dios que inventa con la palabra es enorme. Los Francmasones lo llamaron el Gran Arquitecto del Universo, celebrando su obra. Los Providencialistas de todos los tiempos lo apropiaron bajo el código Deus ex Machina, como un gran sistema que todo lo controla. En lenguaje historiográfico y de la filosofía especulativa de la historia, se trata de una estructura ordenada y ordenadora que siempre ha estado allí.

Del mito poético a la especulación filosófica

En la práctica, con la palabra Dios origina el espacio y presumiblemente, el tiempo. Los debates respecto a este asunto no son importantes ahora pero han sido muchos. ¿De una materia prima? No se sabe ¿De la nada? La metáfora de la creación y la teoría de la gran explosión o big bang son igualmente poéticas. Lo más relevante es que al insertar al ser humano, se sientan las bases de la vida histórica y social. Pero Adán y Eva se encuentran en un locus o lugar fijo -el Jardín del Edén- anterior a la historia y la sociedad tal y como la conocemos. Es como si estuviesen en otra dimensión de tiempo, el tiempo de Dios, el tiempo sagrado.

El Jardín del Edén es la naturaleza misma. En aquel lugar los seres humanos se encuentran en un Estado Natural cercano a la perfección. Si uso el lenguaje de los Iusnaturalistas modernos, allí no ha aparecido la necesidad y, por lo tanto, tampoco el trabajo ni la propiedad. Lo que describe Gen. II, 9 es una comunidad de recolectores con una cultura material simple o un tipo de propiedad tribal, como la denominaba Karl Marx, en la cual todo pertenecía a Dios, su creador.

La desobediencia, el pecado y el castigo de Dios, cambian la situación. Se trata de una paradoja extrema: de inmortales a mortales, de residentes a expulsados del jardín, aquellos actos de desobediencia los ponen en conocimiento de la necesidad y los conducen al trabajo, peculiar forma del castigo divino. Eva recibirá el castigo mayor: conocerá el dolor de parir  y la mordida de la serpiente. Con esa ruptura comienza propiamente hablando la historia de la humanidad y se lanza el tiempo profano, el del mundo, el histórico. Como en el poema de Hesíodo, la degradación y la decadencia, se imponen a la perfección y casi derivan de ella. La «caída» es una reducción y una pérdida: el relato implica que la humanidad se mueve de lo alto a lo bajo.

Un problema interpretativo es el papel subversivo de la curiosidad de Eva. Es ella quien viola una prohibición respecto al Árbol del Conocimiento, pero  Dios hace responsable a Adán de ello. La serpiente es un intermediario necesario,  como Judas luego en el caso de Jesús. El episodio traduce una pauta social perdurable: el patriarcalismo de aquella cultura. Las lecciones especulativas que ofrece el texto son varias y perdurables.

La primera, Dios es el motor o, como dice André Neher (1914-1988) intelectual judío, la “inteligencia de la historia” por lo que la estructura y la mueve en una dirección u otra. La segunda es que la historia tiene un inicio -un origen-;  y una meta -fin último preestablecido-. Desde la Narratología  se diría que la historia es un relato clausurado. Desde la Teoría de las Religiones, diría que la historia es apocalíptica o escatológica. El carácter apocalíptico tiene que ver con su fatalismo o con la inevitabilidad del fin. El carácter escatológico convierte en una prioridad la discusión de los últimos días por llegar  con el fin de prepararse para ellos, actitud que legitima el desprecio a la vida mundana como tal.

La tercera, es que la historia en un proceso que está informado de sentido y orden. El proyecto que ella representa es la salvación de la humanidad. Pero la salvación se reduce a una salida de la historia por medio de un retorno al Estado Natural perdido con la «caída». Lo que se encuentra en el Fin de la Historia es la posibilidad de una reintegración a la divinidad etérea después de la muerte física y un retrorno de lo bajo hacia lo alto.

Y cuarto, en la historia las cosas ocurren necesariamente, como ha dicho Karl Löwith (1897-1973) en su obra clásica El sentido de la historia (1954). Todo acontecimiento es causado por algo superior a él por lo que nada es azaroso o casual. Y todo acontecimiento tiene una razón de ser acorde con la meta del Fin de la Historia. La causalidad y el determinismo se imponen, como luego en la Ilustración y en el siglo de la Ciencia. Esto significa que en la historia todo sucede con la mira puesta en un fin o meta que apenas se conoce. El pensamiento judío, alega Löwith,  introduce con ello una vaga noción de Progreso, pero como la meta es la salida de la historia, desmerece la vida secular y profana.

La teoría especulativa de la historia que se produce es por demás relevante y la sintetizo en la siguiente lista:

  1. La historia comienza con una separación de lo divino y lo humano
  2. La tentación de saber, la curiosidad de Eva, el pecado de la desobediencia, la concupiscencia, producen la Caída
  3. Esa Caída introduce a los humanos en la historia: se entra a ella mediante la expulsión, estar en la historia es un castigo complejo
  4. La historia equiparada a la vida fuera del Edén, es una prueba de dios a la potencialidad del ser humano
  5. El ser humano tiene que dejar de ser humano -morir- para recuperarse
  6. El fin conduce a la reconciliación y a la salvación
  7. El progreso es un retorno del descarrío a la reconciliación: es una historia circular de superación
  8. La ruta no es limpia -tiene regresiones- pero la promesa se cumple

La Teoría del Progreso desarrollada durante los siglos 18 y 19, no difiere mucho de ello. Las conexiones entre el judaísmo y las versiones especulativas modernas, me parece obvia.

  • François-Marie Arouet Voltaire (1694 -1778)

HISTORIA. [Definición] Es la relación de hechos que se consideran verdaderos. La fábula, en cambio, es la relación de hechos que se tienen por falsos.

[Formas y divisiones de la Historia] La historia de las opiniones es el recuento de los errores humanos. La historia de las artes puede ser la más útil cuando al conocimiento de la invención y del progreso de las artes une la descripción de su mecanismo. La historia natural, llamada impropiamente historia, es una parte esencial de la física. La historia de los acontecimientos se divide en sagrada y profana: la sagrada es la serie de operaciones divinas y milagrosas mediante las cuales plugo a Dios dirigir a los pueblos antiguos de la nación hebrea y poner a prueba nuestra fe. Los primeros cimientos de toda historia profana son los relatos que los padres hacen a sus hijos, que se transmiten de una a otra generación. En su origen son probables cuando no se oponen al sentido común, y pierden un grado de probabilidad a cada generación que pasa. En el correr del tiempo, la fábula se hiperboliza y la verdad se pierde, por eso los orígenes de todos los pueblos son absurdos. Nadie cree que los griegos fueran gobernados por los dioses durante siglos, después por los semidioses y luego tuvieran reyes durante mil trescientos cuarenta años, y el sol en este espacio de tiempo cambiara cuatro veces de Oriente a Occidente.

Voltaire_Baquoy_1795

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[Fábula e Historia Verdadera] Censuramos estas fábulas de la mitología y no tenemos en cuenta que en nuestra religión encontramos cosas no menos pasmosas, como por ejemplo el estandarte que bajó del cielo llevado por un ángel y lo presentó a los monjes de Saint-Denis, la paloma que llevó una botella de óleo santo a una iglesia de Reims, los dos ejércitos de serpientes que tuvieron una batalla campal en Alemania, el arzobispo de Maguncia que fue sitiado y devorado por los ratones… El abate Lenglet relata esas y otras majaderías que repiten muchos libros, de este modo se ha instruido a la juventud y todas esas tonterías han formado parte de la educación de los príncipes.

La verdadera historia es reciente y no debe extrañarnos carecer de historia antigua profana más allá de unos cuatro mil años. Las transformaciones del planeta y la larga y universal ignorancia del arte que transmite los hechos por la escritura, son la causa de que esto ocurra, y aun este arte sólo fue conocido en un reducido número de naciones civilizadas, y en éstas por pocas personas. En Francia, hasta 1454, reinando Carlos VII, empezaron a conservar por escrito algunas costumbres de la nación. El arte de escribir era aún más raro entre los españoles y por esto su historia es muy incierta hasta los tiempos de los Reyes Católicos. Puede comprenderse que era fácil que se impusiera el reducido número de personas que sabían escribir, haciendo creer los mayores absurdos.

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[Historia y Cristianismo] Los tiempos primitivos de la Iglesia romana parecen escritos por otros Herodotos; los que luego nos vencieron y gobernaron sólo sabían contar los años poniendo clavos en las paredes, que clavaba su sumo pontífice. El gran Rómulo, rey de una aldea, es hijo del dios Marte y una moza de partido. Tiene por padre a un dios, una ramera por madre y una loba por nodriza. Un escudo cae del cielo expresamente para Numa. Aparecen como por encanto los hermosos libros de las Sibilas. Los galos ultramontanos saquean Roma; unos dicen que los gansos los expulsaron de allí y otros que se llevaron mucho oro y gran cantidad de plata, pero es probable que en aquellos tiempos hubiera en Italia menos metales preciosos que gansos. Los franceses hemos imitado a los primitivos historiadores romanos en su afición a las fábulas: tenemos el estandarte que nos trajo un ángel y el santo óleo que nos dejó una paloma.

Diccionario_1751

Hay quien supone que la leyenda del sacrificio de Ifigenia está tomada de la historia de Jefté, que el diluvio de Deucalión es una imitación del diluvio de Noé, y que la aventura de Filemón y Baucis está tomada de la de Lot y su mujer. Los judíos confiesan que no tenían trato alguno con los extranjeros y que los griegos no conocieron sus libros hasta que fueron traducidos por encargo de un Tolomeo, pero los judíos fueron mucho tiempo antes negociantes y usureros entre los griegos de Alejandría. Estos nunca fueron a Jerusalén a vender ropa vieja, ni ningún pueblo imitó a los judíos; por el contrario, éstos tomaron mucho de los babilonios, egipcios y griegos.

Todo el Antiguo Testamento es sagrado para nosotros, a pesar del odio y desprecio que nos inspira el pueblo hebreo; nuestra razón recalcitra en su contra, pero la fe nos somete a él. Existen unos ochenta sistemas respecto a la cronología del pueblo judío y muchas maneras de explicar los hechos de su historia, pero no sabemos cuál es el verdadero y les reservamos nuestra fe para cuando llegue a descubrirse.

Son tantas las cosas que debemos creer de ese pueblo que ha agotado nuestra creencia y no nos queda ya para creer en los prodigios de la historia de otras naciones.

Tomado del Diccionario filosófico (1751)

Comentario:

Para Voltaire la Historia es el relato de hechos verdaderos, por oposición a la Fábula que narra hechos ficticios. La oposición Historia / Literatura se canonizó durante la Ilustración.

Los tipos de Historia que distingue –la de las Opiniones, la de las Artes, la Natural y la de los Acontecimientos- dan al lector una pista del pensamiento Racionalista. Voltaire rechaza la de las Opiniones o doxas tildándolas de errores situación en la que adopta una postura análoga a Aristóteles y René Descartes; y la Natural por ser parte de la Física o la Ciencia Natural. Pero enaltece la de las Artes porque anima el Progreso; y la de los Acontecimientos la cual divide en Sagrada y Profana. La burla a la Historia Sagrada es evidente: el Racionalismo volteriano es eminentemente secular.

Voltaire equiparaba la Historia Sagrada con la Fábula, lo cual le permitía burlarse lo mismo de los Mitos que de los Milagros. La Historia Profana o Verdadera, se celebra como algo reciente. Voltaire asoció el saber historiográfico al dominio de la Escritura como un medio para fijar el pasado y hacerlo transmisible a los seres humanos. En esa dirección no establecía diferencias entre la afición a las fábulas de los historiadores heleno-latinos y los latino-cristianos. Ni Herodoto, ni Tito Livio, ni Paulo Orosio se salvan de la crítica volteriana por el hecho de todos dieron crédito a cierto relatos fantásticos en sus textos históricos.

Su amplia cultura humanística le permitió cuestionar una parte significativa de la versión aceptaba en su tiempo en torno a la historia de la Antigüedad y el Medioevo. El texto termina con una invectiva al pueblo Hebreo el cual “a pesar del odio y desprecio que nos inspira” y de que “la razón recalcitra en su contra, () la fe nos somete a él”. Esa contradicción es una de las marcas más interesantes de la llamada Civilización Occidental. La confianza de Voltaire en el poder de la Razón para descubrir la Verdad es total en este texto como en toda la filosofía Racionalista.

  • Mario R. Cancel Sepúlveda
  • Historiador y escritor